El arte de seducir. Capítulo VII Maniobras.
Continuación de: El arte de seducir. Capítulo VI. Puntos débiles y puntos fuertes.
Capítulo VII: Maniobras.
Nada es fácil a la hora de maniobrar. Lo difícil de las maniobras es convertir el camino más intrincado en el más directo y transformar el infortunio en ventaja.
Por eso, toma un camino indirecto, despista a la persona a la que deseas seducir para poder tomar después una ruta más directa. Alguien capaz de hacer esto entiende la estrategia directa e indirecta.
Ahora bien, la ventaja y el peligro son inherentes a las maniobras.
Quien ponga todo sus esfuerzos y recursos para perseguir una ventaja, no la obtendrá, siempre es necesario dosificar.
Por eso hemos hablado en multitud de ocasiones de no caer en la impaciencia, en los actos irreflexivos. En ocasiones somos capaces de ver un punto débil del que pensamos que podemos ganar la ventaja suficiente como para por fin conseguir nuestro objetivo.
Calma, ante todo calma. Cuando la persona a la que queremos seducir, acepta nuestra invitación a cenar, tomar café o lo que sea, no debemos tomar esto como nuestra gran ventaja, es solo un paso en el intrincado camino a la seducción. Si llegamos con la intención de apostarlo todo en un momento dado, con toda seguridad lo perderemos.
Es un error de principiante llegar con la maniobra (precocinada) del beso en los postres, en la copa o de invitarla a casa después de la cita, o cualquiera otra que sea similar.
Se ha de tener práctica en el arte de maniobrar. Es necesario poder combinar infinidad de estrategias, e incluso, llegado el caso, obviar una ventaja en pro de una posterior que resulte más definitiva.
Cuando desaprovechas una ventaja con conocimiento de causa, siembras confusión, cambias el ritmo, y tienes la oportunidad para preparar una siguiente maniobra más elaborada y que resulte definitiva.
La seducción se basa en la confusión, muévete rápido cuando tengas ventaja, cambia el ritmo, siembra desconcierto, mientras preparas el terreno para un siguiente movimiento.
Acercarte peligrosamente cuando su disposición es receptiva y desviarte en el último momento a su oído para decirle:
- Te apetece una copa? (Por ejemplo)
Sin duda generará en él o ella el pensamiento de:
- Que cabrón!!! (O cabrona)
En un tono que sin duda podéis imaginar que favorece mucho nuestros propósitos.
Hemos desaprovechado las ventajas que nos ofrecían las circunstancias y su disposición, sin embargo, hemos preparado el terreno para una maniobra mucho más efectiva y definitiva.
Por eso, sopesa la situación y después actúa.
El que conoce el arte de la aproximación directa e indirecta obtendrá el éxito. Así es el arte de maniobrar.
Tus maniobras pueden ser lentas o rápidas. Las lentas son sencillas, son fáciles de ejecutar, pero para las rápidas has de contar con grandes recursos personales, habilidad y entrenamiento.
Así, ante una afirmación del estilo:
- Me vas a sonrojar.
Maniobrar de manera rápida y eficaz con un:
- Me gusta, te pones más guapa.
- (Mirada traviesa, simpática, atrevida o de cualquier estilo elegido) + ¿Pedimos el postre?
- No te creo, yo no se hacer que una chica se sonroje (en tono simpático, evidenciando nuestra mentira y provocando unas risas).
Requiere sin duda de un entrenamiento previo.
En cualquier caso y hagamos lo que hagamos, jamás deberemos maniobrar cuando la persona a la que queremos seducir decida retirarse.
Siempre y esto es muy importante, deberemos dejar una vía de escape, y jamás acorralarla. Nunca deberemos ponerla en el compromiso de que cene con nosotros, nos conteste a algún mensaje o correo, nos llame, nos diga que si a algo… etc.
Es de la mayor importancia ofrecer siempre una alternativa, y que haga lo que haga, sea por su deseo, no por su compromiso.
Si no observamos esta regla, quizás consigamos que por compromiso se tome un café con nosotros, cene o cualquier otra cosa, pero habremos dilapidado todas nuestras posibles ventajas presentes y futuras y por supuesto, nos estaremos alejando del arte de seducir.
Por eso, frases del tipo:
- Y por qué no?
- Hazlo por mí.
- Si no vienes me sentiré fatal.
O reproches de cualquier tipo, se encuentran completamente prohibidos en las maniobras que realiza aquel que domina el arte de seducir.
No solo evidencian una enorme falta de recursos y maestría, sino que pone en juego la dignidad de quien ose usar estas artimañas.