domingo, 29 de enero de 2012

El arte de seducir. Capítulo VII Maniobras.






Capítulo VII: Maniobras.



Nada es fácil a la hora de maniobrar. Lo difícil de las maniobras es convertir el camino más intrincado en el más directo y transformar el infortunio en ventaja.

Por eso, toma un camino indirecto, despista a la persona a la que deseas seducir para poder tomar después una ruta más directa. Alguien capaz de hacer esto entiende la estrategia directa e indirecta.

Ahora bien, la ventaja y el peligro son inherentes a las maniobras.

Quien ponga todo sus esfuerzos y recursos para perseguir una ventaja, no la obtendrá, siempre es necesario dosificar.

Por eso hemos hablado en multitud de ocasiones de no caer en la impaciencia, en los actos irreflexivos. En ocasiones somos capaces de ver un punto débil del que pensamos que podemos ganar la ventaja suficiente como para por fin conseguir nuestro objetivo.

Calma, ante todo calma. Cuando la persona a la que queremos seducir, acepta nuestra invitación a cenar, tomar café o lo que sea, no debemos tomar esto como nuestra gran ventaja, es solo un paso en el intrincado camino a la seducción. Si llegamos con la intención de apostarlo todo en un momento dado, con toda seguridad lo perderemos.

Es un error de principiante llegar con la maniobra (precocinada) del beso en los postres, en la copa o de invitarla a casa después de la cita, o cualquiera otra que sea similar.

Se ha de tener práctica en el arte de maniobrar. Es necesario poder combinar infinidad de estrategias, e incluso, llegado el caso, obviar una ventaja en pro de una posterior que resulte más definitiva.

Cuando desaprovechas una ventaja con conocimiento de causa, siembras confusión, cambias el ritmo, y tienes la oportunidad para preparar una siguiente maniobra más elaborada y que resulte definitiva.

La seducción se basa en la confusión, muévete rápido cuando tengas ventaja, cambia el ritmo, siembra desconcierto, mientras preparas el terreno para un siguiente movimiento.

Acercarte peligrosamente cuando su disposición es receptiva y desviarte en el último momento a su oído para decirle:

- Te apetece una copa? (Por ejemplo)

Sin duda generará en él o ella el pensamiento de:

- Que cabrón!!! (O cabrona)

En un tono que sin duda podéis imaginar que favorece mucho nuestros propósitos.

Hemos desaprovechado las ventajas que nos ofrecían las circunstancias y su disposición, sin embargo, hemos preparado el terreno para una maniobra mucho más efectiva y definitiva.

Por eso, sopesa la situación y después actúa.

El que conoce el arte de la aproximación directa e indirecta obtendrá el éxito. Así es el arte de maniobrar.

Tus maniobras pueden ser lentas o rápidas. Las lentas son sencillas, son fáciles de ejecutar, pero para las rápidas has de contar con grandes recursos personales, habilidad y entrenamiento.

Así, ante una afirmación del estilo:

- Me vas a sonrojar.

Maniobrar de manera rápida y eficaz con un:

- Me gusta, te pones más guapa.

- (Mirada traviesa, simpática, atrevida o de cualquier estilo elegido) + ¿Pedimos el postre?

- No te creo, yo no se hacer que una chica se sonroje (en tono simpático, evidenciando nuestra mentira y provocando unas risas).

Requiere sin duda de un entrenamiento previo.

En cualquier caso y hagamos lo que hagamos, jamás deberemos maniobrar cuando la persona a la que queremos seducir decida retirarse.

Siempre y esto es muy importante, deberemos dejar una vía de escape, y jamás acorralarla. Nunca deberemos ponerla en el compromiso de que cene con nosotros, nos conteste a algún mensaje o correo, nos llame, nos diga que si a algo… etc.

Es de la mayor importancia ofrecer siempre una alternativa, y que haga lo que haga, sea por su deseo, no por su compromiso.

Si no observamos esta regla, quizás consigamos que por compromiso se tome un café con nosotros, cene o cualquier otra cosa, pero habremos dilapidado todas nuestras posibles ventajas presentes y futuras y por supuesto, nos estaremos alejando del arte de seducir.

Por eso, frases del tipo:

- Y por qué no?

- Hazlo por mí.

- Si no vienes me sentiré fatal.

O reproches de cualquier tipo, se encuentran completamente prohibidos en las maniobras que realiza aquel que domina el arte de seducir.

No solo evidencian una enorme falta de recursos y maestría, sino que pone en juego la dignidad de quien ose usar estas artimañas.



domingo, 22 de enero de 2012

El arte de seducir. Capítulo VI. Puntos débiles y puntos fuertes.







Capítulo VI: Puntos débiles y puntos fuertes.

Sin duda, lo más recomendable es elegir los escenarios y los momentos en los que se producirán vuestros encuentros.

Con respecto al lugar, además de elegirlo conviene llegar el primero, máxime en el caso de los hombres para hacer honor al protocolo.

En cualquier caso, al haberlo elegido y haber llegado primero nos ofrece ese valioso tiempo para acomodarnos al lugar y dominar la situación, eligiendo la posición o rincón que más adecuados sean a nuestra estrategia.

Al igual que siempre detallo cuales son las situaciones que más fortalezas nos pueden ofrecer, realizando los correspondientes antagonismos, podremos descubrir que situaciones producen debilidades. Sobra decir que dominar la creación de debilidades en la persona a seducir nos ofrecerá grandes ventajas a la hora de preparar y ejecutar nuestros ataques.

Por eso, quien es capaz de dominar los ritmos, aumentará sus posibilidades de éxito.

Se capaz de crear movimiento cuando hay quietud, quietud cuando hay movimiento, hambre cuando se está saciado…

Sí, soy consciente de que mis palabras pueden volver a parecer demasiado místicas u orientales, pero estando ya en el capítulo VI, deberíamos ser capaces de encontrar sin problemas una aplicación práctica de ellas. En cualquier caso, unos ejemplos prácticos podrían ser:

En el momento en el que el ambiente comienza a apagarse sentados mientras tomáis una copa de madrugada, ser capaz de sacarla a bailar, cambiar de local, o romper el ritmo animando la conversación.

Cuando os encontráis bailando, ser capaz de acomodaros para tomar una copa y poder charlar.

Roba una sonrisa cuando el tema del que habláis sea serio o triste.

Vuelvo a insistir, son meros ejemplos y la habilidad se trata en cómo llevar la teoría a la práctica de la realidad.


Sé rápido, muévete veloz, no ofrezcas la oportunidad de tener tiempo de reacción, actúa cuando no lo espere, rompe sus esquemas.

Una respuesta rápida, un halago furtivo, una caricia atrevida… sea como sea, tanto la velocidad, la sorpresa, como imposibilidad de reacción han de ser medidas y cuidadas.

Si optas por alguna de estas situaciones has de tener prevista la acción que anulará su reacción, continuar con una pregunta sobre el tema del que estabais charlando, una pregunta original sobre cualquier tema en concreto, una respuesta que en su momento dejaste sin responder…

- Ah por cierto, finalmente he decidido contarte mi mayor fantasía.

- Ah por cierto, ¿al final te compraste el vestido que me dijiste?

- Ah por cierto, he reservado entradas para la película que me dijiste…

- Etc.



Para estar seguro del éxito de tus ataques, ataca aquellos aspectos que no se encuentran defendidos. De ahí la importancia de ser capaz de dirigir su atención.

Desaparece cuando debas desaparecer. La capacidad de saber estar presente cuando se ha de estar y de desaparecer cuando no se ha de desaparecer es una de las más difíciles y por desgracia una de las menos ejercidas.

La discreción es fundamental, y saber dejar tiempo, soltar la cuerda cuando es necesario y no pretender estar presente en todo momento es tan importante como la precisión en un ataque.

Por desgracia, es fácil observar como principiantes o inseguros, pretenden ganar terreno enviando mensajes a todas horas, llamando, o buscando ocupar la atención de la persona a la que desean seducir como si quisieran garantizarse que un posible oponente no tenga opción a ocupar su curiosidad.

Si dominas el arte de la seducción, deberías preocuparte solo por tus acciones y sus resultados, no por los de los demás.

Si deseamos que nuestro avance sea irresistible, este ha de ser donde no se hayan levantado barreras, y si estas existen, ya deberían estar casi derribadas.

Si puedo determinar y conocer sus disposiciones y las mías, sabré qué hacer, cómo actuar, dónde avanzar y dónde debo contenerme, seré capaz de dominar la situación, los ritmos y de predecir el resultado.

Si soy capaz de ocultar mis intenciones finales en mi avance, la persona a la que deseo seducir, se encontrará confusa, no sabrá si ha de prevenirse de mí, y si lo hace, no sabrá como derribaré sus defensas. Si se siente cómoda, ella misma las bajará y entrar resultará sencillo.

Es evidente que cuando queremos seducir a otra persona, ésta, lo sabrá o como poco lo intuirá. Si desde el primer momento, comenzamos a realizar acercamientos físicos, invadiendo su espacio más íntimo, podrá sentirse acosada o incomodada, pero si somos capaces de ir ganando ese espacio poco a poco, generando en ella comodidad, obtendremos la posibilidad de jugar en las distancias cortas, obteniendo por su parte una sonrisa en lugar de un: “no vayas tan rápido”.

Por todo esto digo, que aunque los resultados siempre son impredecibles, en nuestra mano se encuentra la posibilidad de crear las situaciones y circunstancias que hagan el éxito posible.

Por eso, si conoces las intenciones, los deseos, las inquietudes de la persona a la que deseas seducir, sabrás que estrategias usar.

Provócala, tiéntala y así podrás ir descubrir sus pautas de reacción.

Determina sus disposiciones, y así podrás conocer cual será el momento de la verdad.

Ponla a prueba, y así podrás conocer cuales son sus puntos débiles y cuales los fuertes.

Igual que el agua se adapta al terreno y amolda su fluir en función del suelo, igual que el agua no tiene forma fija, la seducción, nunca tiene circunstancias fijas.

Así pues, alguien capaz de modificar sus estrategias en función de las circunstancias puede decirse que es un experto en el arte de seducir.



domingo, 15 de enero de 2012

El arte de seducir. Capítulo V. Energía.



Continuación de: El arte de seducir. Capitulo IV. Disposición.


Capítulo V: Energía.



En nuestro camino hacia la seducción deberemos contemplar y usar correctamente nuestras fuerzas normales y nuestras fuerzas extraordinarias.

Como norma general deberemos usar nuestras fuerzas normales durante el camino y reservar y usar las extraordinarias solo para el momento final.

Tomaremos aquellas fuerzas extraordinarias como aquellas habilidades que poseemos y que se salen fuera de la norma, como por ejemplo, nuestra habilidad para la magia, la poesía, para saber localizar y jugar con puntos erógenos como en las manos, el cuello, el hombro, o la habilidad para derretir con la mirada o la sonrisa, o la habilidad para excitar con unas breves palabras.

Al ser así deberemos guardar nuestra mejor baza para el momento final, donde sus barreras ya se encuentran debilitadas para derrumbarlas de golpe y hacer sucumbir a la persona a seducir a nuestros deseos sin ya, ninguna posibilidad de defensa.

Para ello deberemos no solo de aprender a usar nuestros recursos, sino a combinarlos debidamente.

En la mayor parte de las disciplinas, se recomienda el dominio de todas las técnicas y la especialización en tres o cuatro en concreto. No se puede ser especialista en todo.

Sin embargo, al igual que las notas básicas de la música son 7 y sin embargo podemos escuchar infinidad de melodías, nosotros debemos aprender a dominar nuestros recursos básicos combinándolos hasta el infinito.

Cuando el ataque de un halcón acierta a romper el cuerpo de su presa, se debe a la precisión.

Así pues quien pretenda dominar el arte de la seducción, deberá calcular el momento exacto de su ataque y regularlo con precisión.

Para hacernos una idea la fuerza, la potencia del ataque, podría ser la fuerza con la que se tensa la cuerda de una ballesta, la precisión, ser capaz de elegir el momento adecuado en el que presionar el gatillo.

Si el desenlace de tu ataque se basa en un beso, este ha de ser preciso, hay que saber ofrecerlo en el momento idóneo, en el lugar adecuado (labios, cuello, espalda…), con la intensidad precisa y con las fuerzas extraordinarias necesarias (caricias, abrazos, sujeciones, palabras, mirada…)

Si el desenlace de tu ataque se basa en una caricia, ésta ha de ser precisa y hay que saber ofrecerla en el momento idóneo, en el lugar adecuado (cuello, espalda, manos, piernas, senos, sexo…), con la intensidad precisa y con las fuerzas extraordinarias necesarias (sonrisa, mirada, palabras…)



El orden y el desorden de los acontecimientos puede beneficiarnos, por eso, aunque se evidencie desorden y caos éste puede ser el resultado de nuestra organización.

La torpeza de nuestros actos (por supuesto sin abuso) puede ser resultado de la previsión y la estrategia.

¿En cuantas ocasiones una torpeza como una copa caída, una mancha en tu camisa o un tropiezo, no nos ha ofrecido sino una situación propicia para romper el hielo en un momento dado, para distender el ambiente de una manera divertida o como excusa para provocar una situación?

En algunos manuales de entrevistas de trabajo especialmente americanos, se propone tropezar al entrar en la entrevista.

Excesivo a mi juicio, sin embargo, la base de la idea me parece muy interesante, ya que la propuesta se basa en ser recordado. Al mes de la entrevista, si llamas a tu entrevistador, probablemente le digas el nombre y no lo recuerde, sin embargo, si le dices:

- El que se tropezó al entrar.

Te identificará con total seguridad.

Vuelvo a insistir en la necesidad de tratar este aspecto con mucha cautela, ya que la línea entre una torpeza sutil y divertida entre parecer un patoso, es muy fina.

En cualquier caso, esta situación puede crear un momento de confusión y “revuelo” que suele ser propicio para un breve y efectivo ataque. E indico bien, “breve y efectivo ataque”. No lo confundamos con el típico error de principiante de aprovechar para besar por sorpresa ya que no se atreve a hacerlo en otro momento.

No digo que no se pueda hacer, pero siempre cumpliendo las premisas que en estos capítulos se detallan.

Así pues, los hábiles en esta arte podrán crear las situaciones necesarias para el éxito. Serán capaces de ofrecer algo apreciado, para que sea tomado mientras su ataque definitivo se hace inminente.

sábado, 7 de enero de 2012

El arte de seducir. Capitulo IV. Disposición.






Capítulo IV: Disposición.



Antiguamente se decía: Primero preocúpate de ser efectivo, después, espera a que aquella persona a la que deseas seducir sea vulnerable.

Ser efectivo depende de ti, que la otra persona sea vulnerable depende de ella y de sus circunstancias

Un hábil seductor puede hacerse efectivo, pero con toda seguridad no podrá crear vulnerabilidades en la persona deseada. Su labor consistirá en detectar las existentes y hacerlas crecer

Por eso se suele decir que quizás se pueda saber cómo conseguir el éxito, pero no por ello se logrará.

Sin embargo, predecir el éxito cuando no hay barreras que salvar no muestra destreza alguna, solo anuncia el éxito sobre alguien que ya desea sucumbir a él.

La habilidad de la seducción se demuestra cuando se consigue el éxito allí donde la derrota estaba anunciada.

Sin embargo, sería un error acometer grandes campañas antes de haber puesto en práctica nuestras habilidades en otras de menor envergadura.

En la progresión de cualquier disciplina, siempre ofrece más frutos avanzar con pasos firmes que con zancadas inestables.

Para poder encontrarnos en disposición de seducir, es necesario habernos preocupado con anterioridad de nuestro crecimiento personal, ya que si no atesoramos riquezas, no dispondremos de ninguna que ofrecer.

Por eso debemos aprovechar cualquier oportunidad que surja en nuestras vidas para aprender sobre todo aquello que encontremos en nuestro camino.

Esto no quiere decir que por ejemplo nos hagamos expertos en Tantra, pero si tenemos la oportunidad, con toda seguridad nos enriquecería conocer lo básico sobre esa filosofía. No es necesario que nos hagamos expertos en economía, sin embargo, ser capaces de entender de manera sencilla, las causas de la actual crisis ampliará nuestra cultura general.

Aprovechar esa curiosidad innata en el ser humano, nos ofrecerá la posibilidad de ampliar nuestros conocimientos y nuestra cultura en general.

Para ese aprendizaje, solo encuentro tres caminos.

La lectura, la conversación y los viajes. En función de las oportunidades que tengamos deberíamos aprovechar para ejercer cualquiera de las tres.

No podemos concebir aprender el arte de seducir sin un crecimiento personal, sin un crecimiento personal, no podremos aprender el arte de seducir.

domingo, 1 de enero de 2012

El arte de seducir. Capitulo III. Estrategia ofensiva.


Continuación de: El arte de seducir. Capitulo II. Seducir.

Capítulo III: Estrategia ofensiva.


Lograr conquistar a cien personas de cien intentos no es la esencia de la seducción, realizarlo con conocimiento, con estrategia, salvando las barreras, es la habilidad de seducir.

Podemos encontrarnos con una persona de una belleza sin igual y que cuente sus victorias por centenares, pero si la clave de su éxito ha sido su belleza, es muy posible que no haya disfrutado nunca del arte de seducir.

La seducción se basa en la preparación, la estimación, la estrategia, para que con todo ello, seamos capaces de crear la oportunidad final garantizando el éxito.

Si no sabemos controlar nuestra impaciencia, denotaremos torpeza y todos nuestros esfuerzos se desvanecerán de inmediato.

Si te sientes con fuerza necesaria y tu oportunidad se ha creado (ver estimaciones), pasa a la ofensiva, el éxito está garantizado.

Si te sientes con la fuerza necesaria, pero sus barreras siguen intactas, se capaz de retirarte. Debes replantear la estrategia.

Si no te sientes con la fuerza necesaria y sus barreras siguen intactas, se capaz de retirarte, de lo contrario perderás toda oportunidad. Un ataque tímido es la mejor manera de tirarlo todo por la borda.

Existen cuatro maneras de fracasar estrepitosamente.

Cuando se realiza el ataque habiendo ignorado la estrategia tan solo por pretender que es “la última oportunidad”.

Cuando se pretende usar recursos que no se dominan.

Cuando se pretende mostrar un mando con el que no se cuenta.

Cuando al enfrentarse a una circunstancia no prevista se siente confusión y no se dispone de la necesaria capacidad de adaptación y respuesta.

Existen cinco caminos en los que el éxito puede predecirse.

Cuando se sabe cuándo atacar y cuándo no.

Tendrá éxito aquel que sepa manejar por igual los grandes recursos y los pequeños detalles.

Tendrá éxito aquel que haya conseguido enriquecer su persona en el camino del aprendizaje.

Tendrá éxito aquel que es prudente y haya sabido elegir el momento idóneo para su ataque.

Tendrá éxito aquel que disponga del valor necesario para realizar su ataque sin miedo a la derrota.

Estos son los cinco pasos en los que el camino hacía el éxito es seguro.

Para poder aplicarlos es necesario el profundo conocimiento tanto de la persona a la que deseas seducir, como de ti mismo.

Si no conoces a esa persona y sin embargo te conoces a ti mismo, tus posibilidades de triunfar o fracasar serán iguales.

Si desconoces a ambos, el fracaso está asegurado.

Si conoces en profundidad a ambos, en cien intentos no correrás riesgo alguno.